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miércoles, 20 de febrero de 2008

Poemas de Karl Marx a Jenny Von Wesphalen

Sin titulo

No puedo hacer con parsimonia
lo que sacude el alma y la estremece
ni sumirme en la inmovilidad,
y sin cesar me lanzo hacia adelante.

Quiero hacerlo todo mío,
hasta el más alto favor de los dioses,
y con pie audaz penetrar en el mundo
del saber, del canto y del arte.

Todo quiero comprenderlo, siempre en vigilia,
en movimiento siempre,
jamás callar, nunca estar ocioso,
ni dormido en acciones y voluntades.

Ni dedicarme a vagas cavilaciones,
cargando con el yugo despreciable.

Nos quedan todavía por delante
las ansias, las fatigas y la acción





Concluyendo los sonetos a Jenny

Tómalos, toma estos cantos
en donde todo es melodía,
toma este amor que a tus pies humilde se postra.
El alma, libre se aproxima en rayos brillantes.
¡Oh!, si el eco del canto es tan potente:
para moverse alargado con dulces destellos,
para hacer latir el pulso apasionado que
tu orgulloso corazón erguirá sublime.
Entonces de lejos seré testigo
cómo la victoria te conduce a través de la luz.
Entonces más valiente pelearé por todo
y mi música rugirá en lo alto
transformada mi canción sonará más libre
y en un dulce gemido llorará mi lira.


Mi mundo

¡Ah!, cuando tus labios susurraron
tan sólo una tibia palabra.
Entonces me sumergí en loco éxtasis,
desamparado fui barrido a lo lejos.

Desde lo más profundo de mi alma,
en nervio y espíritu fui afligido
como un demonio, cuando el gran mago
atacó con relampagueante empeño y habló.

¿Porqué deberían las palabras intentar forzarse en vano,
siendo sonido y nebuloso cansancio
que es infinito, como el dolor anhelante
como tu mismo y como el todo?

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